jueves, 16 de julio de 2009

La Filosofía Potter

Hermanos míos, os saludo en medio de una vorágine de sentimientos desprendidos de mi más reciente acercamiento a Dios a través de nuestro bienamado siervo Javier (Harry) Potter.
Más allá queridos y distraídos lectores, de lo que signifique la saga de libros en cuanto a la historia y esencia literaria o aportación a la literatura que realiza la señora Rowling en pro de los millones de fans alrededor del mundo (y por supuesto de los bolsillos de la otrora inglesa), a intención de mi diálogo en el púlpito de este Jueves tampoco es lo que algunos arguyen como "un distractor más" sobre los tópicos de reelevancia en nuestra realidad cotidiana - quienes afirman esto seguro lo hacen porque no conocen a Dios, pues ÉL es el más grande pretexto y distractor para los fieles... (sic) -, no hermanos, el sermón de hoy encuentra epicentro en la mercadotecnia que gira en torno al mago de la cicatriz en la frente.
Largos años ya han sucedido a aquella tierna imagen de infantes que hacían uso de conjuros amigables para levantar cosas en el aire que arrancaban carcajadas a los también "humanitos" de 6 o 7 años que abarrotaban las salas de cine para ver a un Daniel Radcliffe cachetón y enternecedor y a una muy despeinada Emma Watson que eran acechados por el mal de un ser calvo y orejón que no debe ser nombrado -seguro que Rowling anduvo por tierras mexicanas durante alguna cuaresma del sexenio 88-94; así de pronto han transcurrido 8 pascuas desde el estreno de la primera entrega de Harry Potter y los humanitos que antes admiraban con ternura a Hermione Granger ahora son púberes y adolescentes que se aglutinan en torno a salas en tercera dimensión -invención del diablo si me preguntan- por admirar la curvilínea figura de la niña que cual Gobernador guapo prometió, firmó, y cumplió con su adecuado desarrollo, el cual hermanos míos presume a sus 19 años de edad - y me arrepiento de 1) haber tomado votos de castidad y 2) no contar con la srita. Watson dentro del coro juvenil de nuestra parroquia- .
Del mismo modo el joven Radcliffe incrementa a sus admiradores cual votos priístas en campaña para el 2012, tras haber mostrado su anatomía en la obra de teatro Equus las jovencitas se arremolinan en torno al joven británico nacido en Fulham, Inglaterra.
Ahora bien queridos asistentes, no es casualidad alguna que ambos protagonistas de la cinta hayan adquirido una fuerte connotación sexual al margen de la historia -Rowling seguro es cristiana ¡AMÉN!- , esta transformación es producto de la estrategia mediática diseñada con el único fin de incrementar ventas.
Gracias a las tres primeras entregas de la serie, la saga cinematográfica logró conquistar al público infantil, la cuarta y quinta entrega ya vislumbraban un cambio generacional importantes y un público distinto al cual apuntar. Es en esta sexta entrega en donde a mi juicio cristiano ningún niño no-fan soportará la larga cinta que esta vez incluye personajes más oscuros, una fotografía mucho más lúgubre, escenas crueles -hijas del diablo-, muertes, hechizos que trascienden la levitación de objetos para evolucionar en la violencia y la confrontación clásica del bien contra el mal de una forma mucho más agresiva que en otras entregas.
Al analizar a un personaje en específico, el director de Howarts, Albus Dumbledore, podemos ejemplificar de mejor forma el punto esencial del presente escrito. Para aquellos seguidores de otra saga de espectacular éxito en los últimos años, El Señor de los Anillos -que deberían de ser fanses (sic) de Jesucristo y no de esas películas harto domingueras-, les resultará familiar el papel de este anciano hechicero y su homólogo Gandalf en la ya dicha saga de J.R.R Tolkien; es en esta película en donde sus diálogos, la expresión histriónica, la intención de la fotografía y el vestuario asemejan en mucho a este mago de la tierra media.
Esto no tendría importancia de no ser porque el público cautivo de El Señor de los Anillos, hambriento de fantasía desde la conclusión de la saga, se encuentra "disponible" para desenbolsar tiempo y dinero en la adquisición de un nuevo producto de entretenimiento por lo cual el señor Potter demuestra una vez más que es todo un mago para las ventas pues ahora no sólo la chiquillada -RIP Partido Social Demócrata-, ni la hordas de púberes ansiosos por ver a Emma Watson -señor líbranos de la pedofilia, aunque sea un ratito- darán puntual seguimiento a la saga, un mounstruo llamado adolescencia y demás geeks tierramedieros se acercan peligrosamente a engrosar las billeteras de los productores de las próximas sagas del señor Potter.
Es así hermanos como la filosofía Potter predomina en nuestros días, lo cual se resume en una máxima que bien podría haber sido proferida por San Juan en el Apocalipsis: "Que vuestras utilidades sean siempre superiores a las espectativas, sin importar dónde, cómo o a costa de quién o qué lo consigáis"
Por eso hermanos, siendo fiel pastor de la Iglesia -y al más puro estilo de alguien a quien admiro, Javier Sicilia, columnista en Proceso- opino que el neoliberalismo debe sustituirse por la social democracia, incrementar el presupuesto para educación y gasto social, que la Iglesia y el Estado nunca deben convivir formal o informalmente, la Educación Superior debe ser siempre pública, laica y gratuita, la Santa Sede debe de vivir en austeridad, y los pueblos Latinoamericanos deben caminar por una misma senda, distinta a las ya existentes.
Podéis ir en paz.

1 comentario:

  1. Admiro a J.K. porque no sólo es una buena escritora (tiene imaginación) sino que también es una gran mercadóloga. Envidio la capacidad de cambiar y mover masas a nivel mundial, y espero algún día poder hacerlo, siempre y cuando no sea de tan baja calidad como Crepúsculo (Bram Stoker se ha de estar revolcando en su tumba). Y claro, sería tan tan feliz si la educación superior fuera gratuita.
    A que le tiras cuando sueñas mexicana...

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